miércoles, 29 de octubre de 2008

CONSEJOS que nos HACEN SABIOS

MAXIMAS

Aprendemos la brevedad mediante Jesús. Su sermón más importante puede leerse en ocho minutos ( Mateo 5–7 ). Su historia más conocida puede leerse en noventa segundos ( Lucas 15.11–32 ). Hizo un resumen de la oración en cinco frases ( Mateo 6.9–13 ). Acalló a acusadores con un desafío ( Juan 8.7 ). Rescató a un alma con una oración ( Lucas 23.43 ). Hizo un resumen de la Ley en tres versículos ( Marcos 12.29–31 ) y redujo todas sus enseñanzas a un mandato ( Juan 15.12 ).

Declaró su objetivo y se fue a casa.

Nosotros los predicadores haríamos bien en imitarlo. (¿Qué dice ese antiguo refrán? «Nuestro orador de hoy no precisa presentación, pero le vendría muy bien una conclusión».)

Creo en la brevedad. Creo que tú, el lector, me confías tu valor más apreciado: tu tiempo. No debiera tomarme más de lo que me corresponde. Por eso, me encanta la oración corta. Se trata de caza mayor. Oculta en la selva de construcción circular y cañones de seis sílabas. Al escribir, cazo. Y cuando la encuentro, disparo. Luego saco a rastras el tesoro de entre los árboles y me maravillo.

No todas mis presas llegan a formar parte de mis capítulos. Entonces, ¿qué les sucede? Las guardo. Pero no puedo conservarlas para mí solo. Así que, ¿me permites que te invite a mirar mis trofeos? Lo que sigue son recortes de este libro y de otro par de libros. Conserva los que te gusten. Perdona los que no. Compártelos cuando puedas. Pero si lo haces, que sea breve.

Ora siempre. De ser necesario, usa palabras.

Sacrilegio es sentir culpa por los pecados perdonados.

Dios olvida el pasado. Imítalo.

Por la avaricia a menudo me he lamentado. Por la generosidad… nunca.

Nunca te pierdas la oportunidad de leer una historia a un niño.

Persigue el perdón, no la inocencia.

Sé doblemente amable con las personas que te traen la comida o estacionan tu automóvil.

Al comprar un obsequio para tu esposa, lo práctico puede resultar más caro que lo extravagante.

No le pidas a Dios que haga lo que tú quieras. Pídele que haga lo que sea correcto.

No fueron los clavos los que fijaron a Dios a una cruz. Fue amor.

Te darás por vencido con respecto a ti antes de que lo haga Dios.

Reconoce la respuesta a la oración cuando la veas y no te des por vencido cuando no.

La adulación es deshonestidad elegante.

El corazón correcto con el credo errado es mejor que el credo correcto con el corazón errado.

Tratamos a otros del modo que percibimos que nos trata Dios.

A veces lo más piadoso que podemos hacer es tomarnos un día de descanso.

La fe en el futuro engendra poder en el presente.

Nadie es inútil para Dios. Nadie.

El conflicto es inevitable, pero el combate es opcional.

Nunca perdonarás a nadie más de lo que Dios ya te ha perdonado.

Alcanza el éxito en lo que tiene importancia.

Lamentarás haber abierto la boca. Pocas veces lamentarás haberla mantenido cerrada.

Ver el pecado sin la gracia produce desesperanza. Ver la gracia sin el pecado produce arrogancia. Verlos juntos produce conversión.

La fe es la firmeza del alma que le aporta osadía a los sueños.

Dios no tiene reloj.

Nunca subestimes un gesto de afecto.

Cuando Jesús se fue al hogar, dejó abierta la puerta de entrada.

Y para resumir todo:

En cuanto puedas, salda tus deudas.

Mientras puedas, brinda el beneficio de la duda.

Tanto como puedas, agradece. Él ya nos ha dado más de lo que nos merecemos.

(extraído del Libro "Cuando Dios susurra tu nombre" de Max Lucado)

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